¿Quién dice que no ha habido proyecto nacional en la historia del Perú? Los historiadores Carlos Contreras y Marcos Cueto van ya por la tercera edición de su “Historia del Perú contemporáneo”, pensada no desde la tradición escolar ni desde la dependencia estructural, sino desde los grandes proyectos políticos que han animado sucesivamente nuestra vida republicana. O sea, las promesas de la vida peruana.
El primer gran proyecto fue el de los libertadores, puestos a fundar una república y discutir su régimen de gobierno: monarquía o república, conservadurismo o liberalismo. Luego vino el gran proyecto nacional del civilismo que, con Manuel Pardo, quiso cancelar los caudillismos militares del primer medio siglo de vida independiente. “Un proyecto nacional en el siglo XIX” se titula precisamente el estupendo libro que Carmen Mc Evoy ha dedicado al esfuerzo de Pardo. Ya avanzado el siglo XX, vinieron los proyectos populista, nacionalista e indigenista, que cubren desde la insurgencia aprista hasta el gobierno militar de Velasco Alvarado. Y, por último, Contreras y Cueto registran el proyecto neoliberal que alcanza hegemonía durante las dos últimas décadas del siglo recién pasado. Salvo el último, cada uno de estos proyectos nacionales fermenta a lo largo de, más o menos, medio siglo la promesa fundacional de los libertadores, desde el nacimiento de la República hasta 1870. El civilismo hasta la caída de Leguía, en 1930. Y los populismos, hasta 1980. El proyecto neoliberal, en cambio, entra en crisis ya al finalizar el siglo XX.
La serie constituida por estos cuatro grandes proyectos políticos puede mirarse como una sucesión acumulativa. Y la crisis del paradigma neoliberal reciente como una insuficiencia derivada de sus magros resultados en la disminución de la pobreza y la desigualdad. Lo interesante y lo positivo de esta crisis y de este momento peruano es el renacimiento de una convicción multiforme: la convicción de que es posible formular un proyecto nacional para el siglo XXI, y de que ese proyecto consiste en aumentar la competitividad del país mediante (y no al costo de) el empleo digno.
A pesar de que la agenda política y mediática del país (o, mejor dicho, la agenda política que es mediática) aparece copada por lo espectacular y conflictivo, y a pesar de la tenacidad de los actores políticos para ensuciar el paisaje con corrupciones de toda monta, existen esfuerzos sostenidos por diseñar ese proyecto común.
Tales esfuerzos se remontan a la “Agenda Perú”, a los empeños de Gustavo Mohme Llona y a la “Carta de Navegación” del Gobierno de Transición; y se han expresado en el año 2002 en las políticas de Estado del Acuerdo Nacional.
Al finalizar el año 2004, y a pesar de su opacidad mediática, este proyecto nacional número 5 se ha enriquecido con tres aportes sustantivos. Dos de ellos gestados en el seno del Acuerdo Nacional: El Pacto de Mediano Plazo por la Inversión y el Empleo Digno (2005-2011) y la propuesta de una Constitución para el Siglo XXI. El tercer aporte es el resultado de un esfuerzo de reflexión plural realizado por ciudadanos de las más variadas orientaciones y actividades. Se trata del texto titulado “Los nudos críticos de la gobernabilidad: propuestas para un buen gobierno”.
Fuente: La República – OPINIÓN
Fecha: Jueves 20 de Enero de 2005